martes, 3 de abril de 2018

El Amor es con esfuerzo.

EL AMOR ES CON ESFUERZO.     Pato Varas Santander

Siete del siete del setenta y siete.

Hace 40 años. 
El 7 de julio de 1977 he escrito al Esalen Institute de California solicitándole mi admisión para la formación en terapia Gestalt. He sido aceptado.
En Esalen soy feliz. Mi propósito: encaminar mi vida hacia la terapia y el desarrollo personal se está iniciando. En mis primeras tres horas de taller he aprendido más que en cuatro años de leer de terapia Gestalt y hacer talleres. Siento cómo mi alma y el alma de Esalen se van conjugando. Y escribo y seguiré escribiendo por años.
Mariposa Blanca (1977)
Mariposa blanca, acá eres feliz
Con tu túnica blanca y la blusa suave que trasluce tus senos.
Tus pies se han acostumbrado a la tierra y por donde vayas te saludan las mariposas, los caracoles, 
el mar, las arañitas y, casi, las culebras.
Las flores siguen tus manos conocen tu alimento, las verduras y legumbres crecen para integrarse a tu ser.

El sol es tibio, el aire frágil.
En la carretera los autos no perturban tu vida.
Las mariposas blancas son tú propio ser 
y bailas con ellas para recrear tu nombre.
Eres tan hermosa que el día te saluda y la noche te abriga.
Eres tan feliz que el sol te guarda y la luna te abraza.
Eres tan sencilla que la tierra te sostiene y el aire te enamora.

Te despojas de tus colores y vas desnuda pues nada temes, nada buscas, nada ocultas.
El agua y sus corrientes te recorren y acarician como el amor y el deseo.
Has convertido la vida en infinitos actos solemnes y toda estás en todo momento.
Fluyes eternamente sin pasado sin futuro.


Eres más allá del tiempo, vas donde tus ojos van, donde tus manos y pies llegan, 
donde tu piel alcanza y cuanto ves y tocas y hueles y gustas todo eso eres.
Posees tanta fortaleza que te has vuelto delicada y tanta sabiduría que te has vuelto sencilla.
Grabas en tu vida tantas experiencias que te has vuelto humilde.

Tu sonrisa es el don de tus tardes y mañanas.
Las otorgas al amigo y al visitante pues has descubierto que sólo se dona lo más apreciado 
y la sonrisa es el mayor aprecio.

Trabajas y descansas según tu ritmo y compromiso.
No llevas apuro pues nada es más importante que tu propio ritmo.
Y al tocar la noche, cuando descansas en mi pecho, sueñas con el presente 
pues nada es más hermoso que un sueño hermoso, excepto tu vida hermosa.

Tu puerta está abierta y tú ser también.
Das lo que sientes y recibes lo que sientes.
Nada rompe tu armonía.
El respeto vive entre tus pasos y en tu aire se respira un aroma de sinceridad.

Entonces, descubres que has llegado al Paraíso y ni siquiera te asombras 
pues el Paraíso no posee asombros.
Ingeniosa, misteriosa te tornas mariposa y vestida de blancos habitas mis ojos 
para dulzura de mi corazón.

Te miro en el mar, tu ir y venir hasta las rocas para acariciar su húmeda quietud, 
para florecer en un estallido de infinitos brotes blancos.
Te veo en el horizonte abrazada a esa línea infinita que es la eternidad.
Escucho tu murmullo circular y de envolvente letanía que aspiro y expiro como canción milenaria.
Recojo tu aroma y tu brisa siento tu tibieza solar desde este peñón solitario.


El universo y tú son mi compañía y nuevamente vuelvo al mar a recoger tu lozanía, 
a armonizar con tu piel, a continuar nuestra plenitud.
Entre las olas y el huacc-huacc de la Esalen Band me siento a sentir nuestra entroncada vida.
Una hormiga habita mi mano mientras el lápiz se desliza fácil por esta hoja de sensaciones.
Atrás la colina alta y serena es innata compañera de armonía vital.
La espuma y sus rocas se abrazan una y otra vez.

Una inmensa gaviota cruza hacia el Sur con su portaviones de recuerdos, 
lleva el compás de la Banda en sus alas caminantes.
Abajo los lobos marinos, de cara al sol, saludan su viaje e imitan su aleteo con gracia infantil.

Hombres y mujeres vestidos con el sol danzan suavemente con el Oriente en sus pechos 
y el mar, siempre el mar, no termina nunca de confesar su felicidad.
El mar canta por la noche mientras el viento mece las campanitas cercanas a mi puerta.
Yo descanso en tu imagen cubierto por el aroma del incienso 
y mi respiración te trae, te lleva, eterna compañera de mi existencia.
Una flauta se enamora del horizonte en la penumbra del atardecer 
y mi cuerpo danza milenario, más allá, más acá de mí ser
Tengo mi sonrisa en cada flor y el sonido de mis versos en cada pisada.
Llevo tu piel en mi boca y tu boca en mi descanso.
Soy una pluma flotando en la mano de Dios.

Cuarenta años después solamente cambiaría una palabra. En la última línea escribiría:
Soy una pluma flotando en la mano de la Existencia.
No llegué a conocer a Dios. No le conozco. Los dioses cristianos o judíos no son mi Dios. Mi único Dios, por ahora, es la Existencia.

En Esalen descubrí que lo más importante para mí, como ser humano, era la fidelidad. La fidelidad que es vivir permanentemente en tu ser.



Enero de 1978.
He trabajado 16 días con un grupo de profesores de educación básica. He puesto en práctica todo lo aprendido. Al finalizar un profesor de Antofagasta ha resumido todo con una frase: “Pato, me llevo los apuntes puestos en el cuerpo”.
El CPEIP le volvió a abrir las puertas, como en 1976, a mi trabajo. Estuve realizando semanalmente dos talleres durante años, mientras en los fines de semana pequeños grupos asistían en mi muy modesta casa de Lo Barnechea a saber de terapia Gestalt.

Julio de 1981.
Invierno en Punta Arenas. La ciudad más austral de Chile. Hace mucho frío. Lucía Preller parece no sentirlo mientras me narra minuciosamente y detalladamente su tragedia; en el momento del parto hace pocos meses perdió sus mellizos y los médicos, con la anuencia de su esposo, le han ligado las trompas. Ya no podrá volver a ser madre. Caminamos largas horas, finalmente me mira y me pregunta ¿qué puedes decirme? Ella ha sido una participante de unos de los dos talleres de desarrollo personal que enviado por el CPEIP he ido a dar para la Municipalidad de Punta Arenas. Sólo le contesto que son tantas cosas que le enviaré una carta de respuesta. El 18 de agosto comienzo a escribirle en una libreta de 200 páginas, así nacerá “La Metáfora del Boomerang” y una profunda amistad. La “Metáfora…” comienza así:
“Me doy cuenta que escribo, aquí, para tener tu rostro al frente.
No sé bien si tengo algo que decirte, simplemente estoy contigo”.
200 páginas después un 18 de noviembre de 1981, finalizo con:
“Y como en un espejo, tu rostro es mi rostro y mi rostro es tu rostro.
Sin embargo, tú me miras a mí y yo te miro a ti.
Esa es toda la diferencia.
¿Cómo no agradecer tu existencia?

Años después, viviendo Lucía, como hasta ahora, en Canadá se sometió a una operación y así al poco tiempo nació su hermosa Vale. 

Abril de 1982.
Hace unos meses he conocido a Ruth Höflich. Quiere convertir su residencial en Viña del Mar en un Centro de Desarrollo Personal. Ha averiguado que estudié en Esalen. Su más preciado tesoro es un libro: “Sea dueño de su vida” escrito por Richard G. Abell.  Publicado en 1976 en inglés y en 1980 en español es un libro absolutamente desconocido en Chile. Sin embargo, en 1980 llegó a las manos de Ruth. En él, su autor, un conocido y respetado psicoanalista de la Costa Este narra su


transformación como persona y terapeuta luego de pasar por Esalen en la Costa Oeste. Richard Abell a los 76 años de edad se inscribió en 1969 para asistir a un taller de Fritz Perls gracias al cual su vida cambiaría para felicidad de él mismo.
En 1981 Ruth leyó casualmente una propaganda acerca de un centro en Viña del Mar: el EsalenSur (un centro que ni siquiera llegué a empezar) donde aparecía mi nombre. Conversamos en su residencial en 6 Poniente, cerca del Casino de Viña del Mar. La casona no poseía ninguna habitación disponible como para hacer talleres, pero había un garaje semi abandonado que podría servirle. Le dije que si lo pintaba de blanco, lo alfombraba, le ponía luces indirectas, un cielo falso y lo llenaba de cojines podría ser suficiente para dar talleres. Entonces me preguntó si yo estaría dispuesto a dar mis talleres de terapia Gestalt en ese lugar si ella lo preparaba. Si, afirmé, sin nada de convicción que algo así fuera a llevar a cabo esta señora alemana. No conocía a Ruth. A fines de marzo me llamó por teléfono para decirme que el garaje, ahora taller estaba listo. Que pensaba inaugurar su Centro a fines abril y que si yo estaría dispuesto para dar mi taller como acto de inauguración. Ya sabía, por esa época, que la vida tiene muchas vueltas. Lo que no sabía era que esta vuelta sería magnífica.
Todos los fines de semana de ese 1982 trabajé en el IIDEC de Viña del Mar (Instituto Integral de Desarrollo y Cultura) ofreciendo mi taller de terapia Gestalt. Para 1983 la solicitud de los participantes de que les formara como terapeutas gestálticos fue realidad, y así por muchos años más. Ese fue mi primer programa de formación en terapia Gestalt y desarrollo personal. Duró 16 fines de semana a lo largo de 4 meses. Inmediatamente aprendí que 16 fines de semana sin compartir con la familia para cualquiera de nosotros era un riesgo familiar. Para 1984 la formación la mantuve en 16 fines de semana pero cada 15 días. De esta forma permaneció por muchos años, para en estos últimos años pasar a la modalidad de un fin de semana cada 4 semanas.

Enero de 1986.
Los talleres en el CPEIP continuaban y cada vez más aumentaban las solicitudes para que formara facilitadores de desarrollo personal en el marco institucional. En enero de 1986 comencé así el Programa de Formación de Facilitadores Grupales de Desarrollo Personal e Interpersonal. La formación sería en modalidad intensiva de 28 días en el CPEIP. La institución ubicada en la pre cordillera al oriente de Santiago posee un campus hermoso pleno de árboles y pasto con amplios salones, casino para 400 personas y hospedaje para 123 alumnos.
Ese enero de 1986 aceptamos 40 alumnos. La petición de esos participantes fue continuar en un segundo año en 1987. De manera que para 1987 los cupos aumentaron a 80 y en 1989 a 120.
Coincidiendo con estas fechas decidí empezar a escribir algunas reflexiones acerca del quehacer del facilitador. Escribía semana a semana a partir de los acontecimientos que ocurrían en mis talleres de fin de semana. Así nació “Un Espejo para el Alma”. “Un Espejo…” comienza así:
“Cuando un hombre o una mujer desea llegar a hacer el oficio del facilitador es bueno que se pregunte si desea llegar a ser un ser humano, si como ser humano se siente en alguna medida y de algún modo más bien satisfecho que decepcionado de sí mismo. Y si su calidad de vida personal e
interpersonal es de una naturaleza tal que le confieren la capacidad de poseer un sentido y perspectiva de la vida, de los hombres y las cosas que le hacen digno, congruente y solidario”
Ser “Digno, congruente y solidario” ha sido mi propósito de vida. Lo he intentado día a día. Y día a día he sabido que a ratos lo logré y a ratos fallé.
40 páginas después término con una petición.
“Pido a cada facilitador un ojo sano para mirar su ser y, así, el de otros. Una mano cálida para admitir esa mirada y el encuentro. Labios tranquilos que le permitan oír y oídos alertas que le faculten para hablar. Y, sobre todo, una oración permanente en su corazón que le mueva a danzar, para Dios, la vida”
Desde 1983 hasta 1989 realicé todas las sesiones. De esta manera fue naciendo en mi lo que denomine “modelo de desarrollo personal” en él se cruzaban las necesidades interpersonales con las intra-personales y trans-personales. La metodología de los grupos encuentro de William Schutz con sus etapas de inclusión, control o confrontación y de afecto se integraban con las áreas de trabajo corporal, emocional, integrativo y de lenguaje y transpersonal y meditativa.
Alrededor de 1985 un primer psicólogo se acercó a mis talleres: Víctor Hugo Kuschel. Prontamente escribió un artículo describiendo este modelo al cual llamó. Modelo Heptadimensional de Desarrollo Personal e Interpersonal”.
La sala múltiple se fue llenando cada enero de llantos, gritos y risas. Los profesores que asistían a otros cursos se acercaban a la sala y muchos de ellos en los años siguientes se integraron a la formación. 

Enero de 1989.
A mediados de 1988 me llamó el sub-director. Era necesario trasladar la formación a otra localidad, así fue como en enero de 1989 llegamos a la escuela El Tránsito de Paine. Escuela ubicada en una casona patronal transferida a la municipalidad y que contaba con más de dos hectáreas de jardines y árboles. El primer día al llegar a mediodía con el cargamento de colchonetas, materiales y alimentos se acercó inmediatamente a mí Patricio Urrutia. Patricio Urrutia, Luis Castro, Clyde Michaelsen, Erik Cortés y Gloria Dreisziger pertenecen a ese grupo que algunos desde 1984 y otros desde 1986 se integraron a esta formación y pusieron su corazón y trabajo al servicio del desarrollo personal. Patricio me dijo: “Tenemos un problema”. Ya había yo aprendido bastante de liderazgos, así es que le retruque. “Patito no existen los problemas, sólo existes las situaciones pendientes”. Se dio media vuelta y… una hora y media después almorzamos empanadas, ensalada de tomates y fruta. ¿Qué había sucedido? El restaurant que habíamos contratado decidió no entregarnos su servicio. Por la tarde nos reunimos este pequeño grupo y por idea de Patricio Urrutia nació el trabajo comunitario; el grupo (120 participantes) prepararía la alimentación, haría el aseo y se encargaría de las tareas administrativas). Una de las decisiones más sabias para la formación de futuros facilitadores había dado a luz.


En enero de 1990 llegaron a Paine los primeros amigos ecuatorianos, Mario Solís y su esposa Sonia Plaza. Año a año fueron llegando muchos extranjeros: de Ecuador, Colombia, Perú, Argentina, Uruguay, Paraguay, EE.UU, Bélgica, Holanda, Alemania y Suiza. Y llegaron los niños.
Las mamás nos plantearon desde un principio su necesidad: No podía dejar a sus hijos pequeños un mes sin su presencia. En 1989 hicimos una acción piloto; Darío el hijo de Erik Cortés se fue a pasar los 28 días de Paine con nosotros. Decidimos que podíamos hacerlo. Habría un turno comunitario de cuidado de niños, a los niños no se les escolarizaría, nada de dibujos ni de pintar, los niños serían libres, sólo los cuidaríamos. Los niños nos enseñaron muchísimo. Aprendimos y aprendieron de sus propios liderazgos, de sus propios juegos y de sus propias andanzas. Recuerdo que en 1991 una de sus entretenciones era coleccionar arañas pollitos. ¡Vaya, si algo así se nos habría ocurrido a los adultos!

 Marzo 1990.
Mi hermamigo Patricio Doorman me invita a dar un taller de terapia Gestalt a Quito. Durante los próximos años (hasta 2012) viajaré año a año a trabajar tanto a Quito como a Guayaquil. Conoceré la hospitalidad, la calidez y la gran calidad humana del pueblo ecuatoriano. En ese primer taller tendré la oportunidad de compartir con un médico homeópata cuya amistad quedará en mi corazón: El Doctor Arturo Chiriboga.

Enero de 1991.
El Director del CPEIP, Gabriel de Pujadas (que nos brindó su total apoyo) me dice que el Programa debe volver al CPEIP, que es una tarea y quehacer que todos los profesores deben conocer. Volvemos a CPEIP aunque no abandonaremos el trabajo comunitario. De modo que en enero continuamos en Paine y en febrero estamos en el CPEIP. Son años de gran actividad hasta que en 1994 cambia el Director. El nuevo Director no quiere saber nada de desarrollo personal, tampoco el Ministerio de Educación. Logro continuar con el Programa hasta 1999. Ese año se cierra definitivamente en el CPEIP.

Octubre 1992.
Estoy en el Encuentro Internacional de Psicología Humanista que ha organizado Mario Solís y un grupo. Vera Schiller de Kohn me abre las puertas de su casa y de su corazón. La asocio inmediatamente con esa gran psiquiatra radicada en Chile Helen (Lola) Jacoby de Hoffmman. Ambas judías, la una checa, la otra letona. Ambas exiliadas por el nazismo en la década del 30, ambas terapeutas jungianas. Ambas de corazón generoso y empuñadura firme. Y veo por primera vez a esa gran mujer y gran persona: Yolanda Suárez de Ávila.

Enero de 1993.


Ya han venido a nuestra formación en total más de 30 ecuatorianos. También llega al CPEIP Yolanda Suárez. A días de egresar, en 1995, me pide permiso para llevar el Programa a Quito. Así empieza Yolanda su gran viaje, primero ofreciendo el Programa y luego creando el Instituto de Desarrollo Humano CRE-SER. Lo del permiso me era algo tan ajeno. Siempre he pensado que el conocimiento es universal, que está en los libros, en los cursos y los encuentros. Que, por lo tanto, le pertenece a todos.
Durante todos estos años el Programa de Formación de Facilitadores de Desarrollo Personal y el Diplomado en Terapia Gestalt Integrativa se han consolidado. Paso a paso fuimos formando un equipo, que paso a paso me fue reemplazando en las sesiones y talleres. Distintas técnicas y talleres se fueron consolidando. Método de consciencia corporal de Feldenkrais, método de consciencia corporal de Selver, Psicocalistenia de Ichazo y la biodanza en el área de trabajo cuerpo-mente. En el área emocional surgió con todo su fuerza Wilheim Reich y sus seguidores: Alexander Lowen con su Bioenergética, Tottom con su trabajo neo-reichiano de los anillos. El Rebirthing de Orr. El psicodrama de Moreno, el focusing corporal de Gendlin, la terapia Gestalt de F. Perls, la terapia Hakomi de R. Kurtz, la PNL, la Logoterapia en el área integrativa. Las meditaciones activas, pasivas y nativas, Las constelaciones familiares y, últimamente, el soulcollage en el área transpersonal, meditativa y creativa.
Erik Cortés se especializó en Bioenergética y Psicodrama. Gloria Dreisziger en Rebirthing y Gestalt, Sarala en meditaciones osho, Armando Bejarano en Logoterapia, Tai Chi y soulcollage, Satyam en Biodanza, Carlos Godoy en Feldenkrais, Pamela Carrasco en constelaciones familiares, Nastia en focusing corporal. Y como los años no nos pasan en vano nuestro chamán, Polito Morandé, se fue a descansar y disfrutar a sus tierras sureñas.

Marzo de 1994.
 Desde 1994 he abierto con el apoyo de Erik Cortés y Silvana Cubillos mi Centro La Pachamama en Talagante. Con los años se convertirán tanto Paine como La Pachamama en nuestros lugares míticos, y así son recordados hasta hoy. La Pachamama con sus árboles frondosos y numerosos lleno mi vista de descanso, de paz y de bienestar. A La Pachamama llegaron mis hijos Paz y Patito. A La Pachamama llegó ese gran perro terapeuta que fue el Percy, un setter señorial, sensible y perceptivo. Viví 10 años de crecimiento, consolidación y desafío. Hasta allí llegó la muerte y el amor. Y sobre todo mi congruencia y dignidad. Un desafío diario que nunca termina y nunca es alcanzado totalmente.
Aquel hombre bramaba y rugía. Y decía: Soy lo peor, soy lo peor del mundo. Soy el peor de los seres humano. Estábamos en el salón de La Pachamama. Le pregunto a Clyde, ¿qué es lo peor del mundo? Me responde: Lo peor son los poliquetos, ¿Y qué son los poliquetos? Los poliquetos son organismos que viven en el fango. El hombre, grueso y encorvado, salta y grita: Yo soy un poliqueto, soy el peor de los poliquetos. Y grita, llora y brama. Una hora y media después ha viajado profundamente por su ser y termina su proceso diciendo: Soy un poliqueto, pero digno. 
El grupo va cada uno entregando su retroalimentación. Frente a mí, una joven, a ratos tímida a ratos osada. Levanta su rostro, levanta su mirada y nos dice. Yo soy gay, pero digna. Frente a la vida, frente al mundo, frente a todo siempre tenemos nuestra dignidad. 
Cada cierto tiempo recibo un mail o un recado desde Barcelona. “Ella te manda a decir que sigue siendo digna”

Julio 1997.
El teléfono suena en el Centro de Patricio Doorman, en Quito, donde estoy hospedado por esos días. Patito, mi hijo de 17 años ha fallecido en un accidente automovilístico. Lloré dos años sin interrupción. Una de sus frases de las muchas que compartimos cambió mi enfoque terapéutico: “Papá, el amor es con esfuerzo”. Desde hacía unos años venía estudiando la terapia hakomi de R. Kurtz. No sentía como propio el uso del principio de frustración de Fritz Perls. La no-violencia y la presencia amorosa que pregonaba Kurtz me eran más afines. Así fue como comencé este proceso de integración entre el focusing corporal de E. Gendlin, la terapia Gestalt de F. Perls y la terapia hakomi de R.  Kurtz. Así fue como, también, logré darle cuerpo a mi método de Gestaltdrama.

Septiembre 2000.
Saguangal. Una experiencia revivificadora para mí. Yolita, Santiago Santis y todo el grupo me reciben cantando ese tema de Roberto Carlos: “Tú eres mi amigo del alma…”. Y mi alma sigue paso a paso renaciendo después del duro golpe de 1997. El rio también me va sanando con su agua pura y helada. Me obliga a despertar, a ser el que he sido, a continuar mi senda, la que conozco bien, la del desarrollo personal y la terapia Gestalt. Hago mis talleres y asisto a los talleres de Vera Kohn; en mi interior se empiezan a integrar madre y padre, algo hasta entonces inexistente en mí. 

Enero de 2002.
Ximena llega a mi vida y me regala su corazón. Vendrán los mejores años de mi vida. Serán 15 años de amor, de matrimonio, de familia y de nuestra hija Ji que nacerá en 2008. Son, también los últimos años de La Pachamama, una parcela arrendada que será vendida. 

Marzo de 2006.
Estamos inaugurando en nuestra parcela Almaray, nuestro Centro AlmaSur. A tres kilómetros de La Pachamama empieza nuestra etapa definitiva, en un lugar propio con nuestra casa y a 40 metros nuestro centro. La parcela es plana y llana, no hay árboles, ni arbustos ni siquiera pasto. Vamos poco a poco plantando árboles y arbustos, regando pasto, construyendo nuevos espacios. Un gran amigo, Mauricio, nos regala la piscina. Quienes llegan en el año o en verano a nuestras formaciones están contentos. Algunos echan de menos La Pachamama, pero se les pasa luego. Acá todo es nuevo y acogedor. Todo está hecho pensando en ellos. Nuestro Centro y nuestra Escuela la he pensado para un máximo de 16 participantes y eso hace que el aprendizaje y el cambio sea mayor y más profundo. Hay espacio y tiempo para todos.


Marzo de 2010.
Termina mi vida laboral en el CPEIP. Al despedirme mis palabras son para recordar a mis grandes maestros: Luis López, José Ñihuen, Gabriel Castillo y Alberto Hotu. Un filósofo, un campesino mapuche, un innovador de la educación y el jefe del consejo de ancianos de Isla de Pascua. Con todos ellos lo único que hice fue sentarme a escucharles de verdad. Don Luis me entregó la libertad de pensar; Don José la profundidad de la vida; Don Gabriel la fuerza del cambio; y don Alberto el sentido de lo auténtico. De amor me enseño y enseña cada día mi Ximena.
Me dedico totalmente a nuestra Escuela, al tú y yo del encuentro terapéutico individual, a la magnífica vivencia de estar y trabajar en grupos, a la maravilla de estar cada mes en la casa de Rayito en Iquique para dar el Diplomado en Terapia Gestalt Integrativa, a mis hijas, a acompañar en su crecimiento a mi Ji, a disfrutar la parcela, mis perros. A simplemente estar en casa. A estar en mí.

Septiembre de 2017.
Yolita, una vez más, me brinda la oportunidad de mostrar y enseñar mi experiencia. Quito y Ecuador son mi segunda casa, mi segunda patria, muchas veces mi refugio. 
¿Y cuál es mi reflexión?
La que quedó escrita en mi libro “Las Palabras del Silencio”.
Algunas acciones como la sencillez, lo simple, la perseverancia, la solidaridad y la compasión son formas de vivir y de convertir la vida en meditación.
Solamente llegas al saber si dominas los principios, pero el saber no son palabras. El saber es una acción que nace de la interacción entre mi consciencia y el mundo.
La existencia es como un bordado donde cada vida ocupa un punto. En el tejido en verdad no hay puntos. Todo es un solo tejido. Sin embargo, cada vida es un punto en el tejido. La vida es la lana. Tejer es el encuentro de vida y existencia. La existencia es el tejido.
Cada ser es un universo. Posee su propio camino y trae dentro de sí su propio maestro. Cuando te alucinas con un supuesto maestro abandonas tu propio maestro. Los seres podemos encontrarnos si aceptamos y comprendemos nuestra paridad.
Existen muchas ilusiones. La ilusión de Dios. La ilusión de un más allá. La ilusión de una vida eterna. La ilusión de la felicidad. Todas ilusiones muy atractivas porque nos dan cobijo, esperanza, tranquilidad y sentido. Todas creíbles porque en todas ellas hay algo de verdad. Y todas ilusiones porque no son más que palabras construidas por el hombre. 
El verdadero saber nace del amor. Son inseparables. El saber es contenido por el amor y el amor es contenido por el saber. La acción ha de ser, por lo tanto, acción del saber y el amor. La compasión y la solidaridad. La humildad y el silencio son las acciones de una vida que se une a la meditación.

Una vida en meditación requiere de preparación, de vivir y experienciar. Es necesario vivir el mundo y vivir el sí mismo. Un niño corre. Un joven camina. Un viejo está sentado. Un muerto acostado.
El amor mueve a la acción. El saber mueve las acciones propias del amor. El saber no es conocimiento ni científico ni erudito. El saber no va a la mente. El saber va a la consciencia.
Expandir la consciencia es una acción. Una consciencia expandida cubre todo el universo. No es conocimiento, es transformación. Así nace la compasión. Compasión de sí mismo, de los hombres, de las cosas y del universo.
La compasión no requiere de ilusiones, de dioses, de maestros ni de discípulos. La compasión sólo requiere de cada uno y ocurre mediante la expansión de la consciencia.
Cuando el saber y la compasión se unen nacen las palabras del silencio. Las palabras del silencio son aquellas que convierten la verdad en amor y el amor en verdad.
Las cosas profundas viven todas en nuestra alma. Desde allí la consciencia las hacer saber. La erudición es una distracción. Y cuando el amor es profundo, la verdad queda develada.
Buscar la salvación o buscar la iluminación son actos egoístas. La única búsqueda final es la del amor. Aquellas prácticas que no nacen del amor sólo conducen a decir: soy distinto, admírenme.
Ser distinto es el preámbulo al desprecio o al resentimiento. Desde el amor somos como todos.
El vendedor de ilusiones es un vendedor. El que busca adeptos no ama, quiere el poder. El que te da explicaciones no sabe. El que dice. ¡Sígueme! Te necesita.
Llega un día en que ves y miras con libertad. Entonces estás apto para acercarte al saber. Llega un día en que ves y miras con compasión. Entonces estás apto para acercarte al amor. La primera libertad es la propia libertad. La primera compasión es la propia compasión.
Entra en lo más profundo de tu sí mismo. Allí descubrirás una verdad conmovedora. Tu intimidad contigo, con el universo, con la existencia. Esa es nuestra alma.
La vida en meditación es una acción total. Es la acción del amor y exige todo nuestro esfuerzo. Amar la vida y amar la muerte. Profunda compasión. Profunda humildad.
 *   *  * 
 
Ruth se nos va, escuché, por teléfono, decirme a Mónica. Mi querida Rutghen. Era sábado. Dos días antes, la última frase de Ruth había sido, cuando empezó a desvanecerse por efectos de la morfina que paliaba su dolor, “Yo no voy a morirme”.
En nuestra relación de más de 25 años (1982-2008) nunca hubo una frase crítica, nunca hubo un mal entendido, nunca un disgusto. El último surco que Ruth abrió en mí fue enseñarme el arte del buen morir. Durante los meses que permaneció acostada antes de morir, Ruth me enseñó que la muerte, aunque propia, nunca antecede a la vida. Que en cada día queda tanto por vivir, disfrutar, compartir, planear y recordar que la muerte no debe ocuparnos. Mis visitas eran habitualmente a medio día. Era una hora en que solíamos estar a solas, así es que conversábamos a nuestras anchas. Nos reíamos, nos emocionábamos, hacíamos recuerdos, imaginábamos el futuro. Ruth me hacía volver sobre infinidad de talleres, experiencias y momentos terapéuticos que yo había olvidado. Disfrutaba contándome cosas que yo había dicho o hecho y que en modo alguno recordaba. Creo que sin decírnoslo nos sentíamos hermanos. En mi última visita Ruth me dijo: te tengo un regalo, abre el cajón. Había un libro “Sea Dueño de su Vida”. Conocía su historia con ese libro. Ruth lo había leído en 1980. Para Ruth fue ese libro el inicio de su transformación y quién la llevó a conocernos. Bueno, me dije, Ruth se ha desprendido de sus bienes (prácticamente regaló su Centro de Salamanca), se ha desprendido de todo lo material. En buena medida se ha desprendido de su cuerpo. Y, ahora, al regalarme su libro se desprende de su talismán. Ya es y fue dueña de su vida. 

El garaje estaba recién pintado, blanco. En su cielo destacaban unas sencillas vigas al aire barnizadas de café. Una alfombra entre lila y beige cubría todo el suelo y muchísimos cojines complementaban el arreglo. Habíamos 25 personas, entre ellas Ruth y yo. Eso fue en abril 23 de 1982.

“Te recuestas en mi pecho y quieres dormitar la tarde
Y tus ojos, tus hermosos ojos se niegan a claudicar
Ellos quieren una vez más ver, mirar, sentir, palpar
Toda nuestra experiencia, toda nuestra comunión.
Nos enlazamos como rocas

Quietos y profundos, obstinados, inmóviles
Queremos recibir este último sol
Esta última brisa
Este postrero aroma
Este irretornable color.
En la cima del acantilado los árboles son más verdes
Y el cielo más noble.
Una nueva gaviota cruza hacia el Sur.
Sus congéneres la despiden desde la Roca Mayor
La siguen con la vista


En ella va la amistad, el canto, la sonrisa y la paz interior.” (Esalen 1977 )

AlmaSur, Talagante, diciembre 2017.