sábado, 12 de abril de 2008

La nueva educación o que pasó después del LSD (1978)

LA NUEVA EDUCACIÓN O
¿QUÉ PASÓ DESPUÉS DEL LSD?


Diez años después que San Francisco y California fueran testigo y actor del nacimiento, auge y caída del movimiento hippie; la revuelta social pacífica más impactante de los últimos decenios en el mundo; la segunda generación, mezcla de budismo zen y pragmatismo americano, pelo largo, trajes amplios y amor por la natu-raleza, marihuana o tabaco negro y, ferviente dedicación a la investigación y a la expe-rimentación; a la religión, la filosofía, la educación y las ciencias del comportamiento humano dió el segundo batatazo, primero, eso sí, en profundidad y proyección para el hombre y la naranja mecánica que lo atrae y lo cobija.

Le llaman el “movimiento del potencial humano” o la Nueva Educa-ción. Ella incluye, entre otras cosas, “grupos de encuentro”, “entrenamiento de la sen-sibilidad”, descubrimiento sensorial” y una variedad de técnicas corporales. La “Nue-va Educación” es enseñada en “Centros de Crecimiento” e “institutos”, en empresas, iglesias, cárceles, industrias y, en el living de cada casa. Algunos pensaron y dijeron que se iría tan luego como llegó, pero, después cambiaron de idea. La cosa va en serio. (Halley, 1972).

Cuando el Dr. Leary, descubridor del ácido lisérgico dietilamídico, LSD, se dedicó en la década del 60 a predicar y repartir la droga desde el village neo-yorkino hasta la bahía de San Francisco nada más que por haber sido expulsado de su cátedra de Harvard, ocurrieron dos fenómenos paralelos. Uno, los hipsters, hippies, diggers y cofradías ad hoc lo erigieron Supremo Sacerdote. Pasó a ser el Número Uno de la sociedad que optaba por la desnumeración, la desintelectualización, la vida co-munal, el amor libre, las flores, las mostacillas, los amuletos, la ropa usada, el deambu-lar, el desconectarse, los “viajes” sin boleto, el ve tú, vive tu vida, cómprate un biom-bo, la píldora (!oh, alabada!), el “meterse en la onda” y, por supuesto, la mota, mari-guana, hierba, pasto, macoña, macoca, o simplemente, pito. (Randall, 1969).

Dos, alguien tomó en serio lo que estaba pasando y se preguntó, ¿Qué es lo que hay que hacer después que la Educación lo ha echado a perder casi todo? Este revolute de hastío, desorientación, sexo, drogas, abulia y pacifismo a flores era el efecto más evidente, entre muchos otros, de que el asunto educativo estaba precisa-mente, fuera de onda, es decir, no estaba “cachando” nada de nada. No sabía qué era el ser humano, a qué aspiraba y cómo apoyarlo en su crecimiento.

La Nueva Educación empezó, entonces, con los adultos. No sólo con los hippies que se iban haciendo viejos al cumplir 20 ó 25 años, sino que con todos. Todos poseían el mal. Los hippies nada más lo habían contraído hasta sus últimas con-secuencias, vale decir, la autodestrucción, el autoaniquilamiento y la paranoia en colo-res.

Por 110 dólares el week-end ó 270 la semana corrida, incluidos aloja-miento, alimentos, estacionamiento del auto (carro dicen ellos) e impuestos deducidos, los adultos americanos comenzaron a conocer, a sentir y a percibir, lo que la Educación no los había dejado percibir, sentir ni conocer: ellos mismos, la realidad que los rodea-ba, su pasado y sus futuros. Comenzaron a educarse. (1)

El énfasis estaba en el “aquí y ahora”, en el aprender a ser autorespon-sable, iniciativo y tenaz, a través de sus propios obstáculos individuales, y, sobre todo, en ser honestos, íntegros y espontáneos.

La Nueva Educación arremetió, por supuesto, no sólo contra el efecto, sino que, también contra la causa. La Educación, como había sido entendida hasta ese momento y sigue siendo entendida en muchos países y estados de U.S.A., fue mandada de paseo. La Educación, digamos vieja, fue acusada, y no sin razón, de burocrática, tradicionalista, y, cosa grave, irrelevante en sus contenidos. También se dijo que a través de ella se estaba logrando, algo que no tenía mucho que ver con sus altos propó-sitos, “status” (Kelley, 1972). La cosa se iniciaba por los tests, seguía por los certifi-cados y diplomas, avanzaba hasta los títulos y grados, para finalizar en los post-grados, doctorados y post-doctorados. A esta altura el alfabeto se hacía poco, venían, entonces las letras griegas, los phi, los deltas, los phi deltas, los epsilon, etc., etc. En resumen, después de un itinerario chardiano, el “tipo” (esa es su mejor definición) había alcan-zado, por lo demás merecidamente, su objetivo, mejor dicho el que le fijaron, terminal: determinada posición en la sociedad americana.

Había otro punto, tan importante como el reciente. La Educación, vieja, se entiende, tenía sus preferencias por la cabeza. Lo intelectual ocupaba casi todo el curriculum. El cuerpo, los afectos, las emociones, el carácter, las relaciones humanas y los hábitos y estilos de vida no parecían incumbirle. El resultado estaba a la vista. La cabeza se había hinchado e hinchado hasta que el LSD la había “ayudado” a reventar.

Los Hippies, después de todo, no estaban tan “desconectados”. Ellos habían leído y seguido algunos swamis y gurus para quienes el cuerpo y la mente eran una sola entidad, con idéntico valor y, por ende, aprecio y dedicación. Les había gus-tado su Woodstock, donde 500 mil adolescentes, niños y ancianos, se habían reunido durante 3 días y 3 noches a campo traviesa (“500 mil”) para escuchar música rock y del folk, respirar aire, yerba (de las dos) y amistad, para dormir todos juntos (“500 mil”), comer juntos (“500 mil”) y cubrirse de la lluvia, jugar en el barro, no causar ma-yores problemas a la policía (absolutamente verídico) y decir: “somos una nación”. !Zambomba! 500 mil.

Indudablemente Woodstock había sido una demostración de “energy”. Entre ellos, los hippies, existía gente que tenía mucho que decir y dar, aunque no más fuera su opinión del “asunto”. Allí estaba para muestra Ken Kesey, maestro de viaje, pantalón a rayas azul y rojas, cinturón blanco y hebilla dorada, ojos azules, un diente rojo, blanco y azul patrióticos, cabello lacio color paja, HEREDERO APARENTE NUMERO UNO de la tradición americana. Él era el jefe y sus seguidores los “Tra-viesos Felices”. Muchas veces ausente, otras incomunicado y encarcelado se dió maña para escribir dos libros: “Sometimes a Great Notion” y otro de título largo y extraño que, muchos, pero muchos años después, cuando Kesey ya había saltado al otro lado de la bahía de San Francisco, dió la vuelta al mundo en forma de película y cubierto de Oscares: “One Flew the Cockoo’s Nest”, más conocida como: “Atrapados sin salida”.

El “asunto” preocupaba ya a muchos. Corría el año 65 y la Goodyear Rubber Company estaba edificando la Ciudad Nueva de Litchfield Park, Arizona. La Arizona State University planificaba por su parte un sistema educacional para la nueva ciudad. Un ciclo de conferencias fue programado para dar luces sobre el asunto educa-tivo. El 29 de noviembre de 1965, George Leonard se paró en el estrado de la Arizona State University de Litchfield Park en Arizona, U.S.A. y dijo:

“En este tiempo de dramático cambio tecnológico y social, la educación americana, en su mayor parte, exhibe una marcada resistencia a la innovación”.

“Las escuelas a que asisten hoy mis hijas no difieren en mucho, en sus enseñanzas, a lo que yo aprendí en el segundo grado en 1930. Pero en ese tiempo el 44% de la población americana era rural; la mayoría de los niños vivían juntos a sus abuelos, tíos, tías y amigos de la familia; sólo el 29% de la población había finalizado la secundaria y sólo un afortunado 3% era graduado de college o universidades; no había problemas de ocupación y la tecnología todo lo que había prometido era el aero-plano tri-motor”. (2)

La perorata de George Leonard terminó puntualizando lo que él consi-deró era predecible para la escuela del año 2000.

1. El sistema educacional dejará de dar prioridad, dinero, atención y status a la carrera desenfrenada de los grados y doctorados.

2. Los actuales contenidos de conocimiento y técnicas serán totalmente rebajados. Muchas de las nuevas áreas de aprendizaje tendrán que ver con el comporta-miento humano que ahora es ignorado o tratado negligentemente.

3. La tradicional exposición de un profesor a treinta alumnos no existirá más. No habrá exámenes como corrientemente se conciben y utilizan, ni períodos regula-res de 50 minutos de clase. Habrá mayor conocimiento factual de nuestra cultu-ra. Sólo serán aprendidas las técnicas y experiencias más útiles y, probable-mente, a través de aparatos electrónicos. Los profesores pasarán, en cambio, la mayor parte del tiempo enseñando en seminarios individuales. El recurso que más utilizará el sistema educacional será la capacidad de los estudiantes para enseñar a otros estudiantes. La Universidad tendrá una nueva función. La Edu-cación Superior no estará apartada de la vida, sino que será substancialmente guía, verdadero centro de existencia, unidad de comunicación-trabajo-recreación de cada comunidad. La denominación “estudiante” y “no-estudiante” dejará de existir. Todos los miembros de la comunidad serán, por ello, miembros de la universidad.

4. La fragmentación del hombre será atacada impidiendo que la educación conti-núe siendo principalmente verbal y racional. Cuatro categorías se desarrollarán; la Nueva Educación será:

a) Verbal y Racional
b) Interpersonal
c) Kinestésica y Sensorial
d) Profundamente espiritual



Un papel preponderante jugarán en esto los actuales programas experi-mentales del Human Development Institute de Atlanta, el Western Behavioral Scien-cies Institute de La Jolla, California, el Laboratorio Pre-Escolar de la Universidad de Washington, el Mental Research Institute de Palo Alto, California, y el Esalen Institute de Big Sur, California.

Cuando los asistentes a la conferencia se levantaron de sus asientos, muchos de ellos lo hicieron meneando la cabeza y pensando que nada parecido sucede-ría para el año 2000. Sin embargo, a cientos de kilómetros al Oeste de Arizona la Nueva Educación no sucedería el año 2000. Era una realidad que empezaba ya.

Mientras George Leonard es un hombre delgado, caucásico, de pelo y tez blanca, George Isaac Brown es un gordo itálico, siempre colorado y sonriente.

George Isaac Brown se metió en el asunto por dos motivos: Uno, que era educador, o al menos así lo creía. Dos, que no le gustó escuchar decir a George Leonard que los educadores y adultos deban a los niños, “NED”: neurosis, enfermedad y descontento. (Brown, 1976).

En 1968, el Fondo para el Mejoramiento de la Educación de la Funda-ción Ford proveyó a Brown de una “pequeña” subvención (US $ 25.000), para que estudiara el “asunto”. Se trataba de un proyecto piloto para explorar algunos caminos que aproximaran el dominio afectivo al curriculum escolar. Centro de operaciones fue elegido el Esalen Institute de Big Sur, California. La razón de esa elección era muy simple, se llamaba Fritz Perls, un viejo roñoso. Fumador impenitente, que de niño ju-dío de clase media baja, en Alemania, había llegado a convertirse, cerca de los 70 años, en padre y creador de la Terapia Guestáltica, en California. El viejito se había anidado en una de las cabañas del Esalen Institute, la única que cae directo sobre los acantila-dos, después de vivir y recorrer Sudafrica, Japón y la Llanura Americana(3).

Semana a semana durante meses, un grupo de profesores del Estado de California se reunió los week-end a explorar en experiencias afectivas, usando para ello, su propio grupo. Luego, fueron aplicando sus experiencias y técnicas en las aulas donde durante los días hábiles hacían clases. Las cosas que allí sucedieron y sus im-plicancias en el curriculum aparecieron publicadas por G. Brown en 1971, por The Viking Press, bajo el título de “Human Teaching for Hunman Learning: an introduc-tion to Confluent Education”. Educación confluente, Educación Confluente. La nueva Educación había ingresado al aula y tenía nombre propio. El gordo Brown pasó a ser hombre importante en el Estado de California. Fue contratado por la Universidad de California en Santa Bárbara, donde inmediatamente se creó el Centro de Desarrollo e Investigación en Educación Confluente, y además, la Superintendencia de Educación del Estado decidió que era bueno que Brown trabajara en ella.

¿Qué había sucedido los fines de semana en Esalen como para que las cosas cambiaran tanto en California? Pues nada que fuera demasiado extraño para la Terapia Guestáltica. Fritz (Perlz se entiende) se había dedicado a permitir que los pro-fesores se tocaran corporalmente, conversaran de sus cuitas, expresaran sus sentimien-tos tanto profundos como banales, le dieran curso a sus imaginaciones, tomaran con-ciencia de sus propios cuerpos, hicieran juegos grupales y, finalmente, echaron a afue-ra toda la, toda la, toda la mierda, sí, eso es, que tenían adentro. Ni más ni menos ellos hicieron, luego con sus alumnos.

Al abrir el libro de Brown en la página 3 podemos leer:

“Educación Confluente es el concepto para la integración y fluidez con-junta de los elementos afectivos y cognitivo en el aprendizaje individual y grupal -algunas veces llamado educación humanística o psicológica.

Afectivo se refiere a los sentimientos y aspectos emocionales de la ex-periencia y el aprendizaje. Cómo se siente un niño y un adulto cuando quiere apren-der, cómo se siente cuando aprende, y qué siente después que lo aprendido es incluido en el dominio afectivo.

Cognitivo se refiere a la actividad de la mente para conocer un objeto, a través del funcionamiento intelectual.

Más abajo Brown ejemplifica así:

“Una forma de aplicar la Educación Confluente en el estudio del Des-cubrimiento de América”:

Cognitivo Cognitivo Afectivo Afectivo
directo abstracto directo abstracto

Colón descu- Comienzo de ¿Qué descu- Qué impulsa
brió el Nuevo la Edad Mo- bro yo en mí al hombre a
Mundo en 1492 derna. mismo? buscar lo
desconocido?


La Historia trata de los ¿Qué de lo que existe en todos los
empeños del hombre los hombres, existe en mí?



Educación Humana

¿Qué de lo que descubro en mí
es lo que hace historia?

La cosa, sin embargo, no paró allí. Pronto la Educación Confluente pa-só a ser una forma de Nueva Educación entre muchas otras. Hoy, diferentes técnicas, métodos y estilos de trabajo con diferentes énfasis y propósitos se agrupan bajo lo que pasó a llamarse la Psicología Humanística. Sus seguidores crearon la Asociación de Psicología Humanística a la cual se reconocieron eminencias de la psicología como Carl Rogers, Abraham Maslow, John Lilly, Frederick Perls, Allan Watts, John Stevens, William Schutz, Moshe Feldenkrais, Ken Dychwald, Wilson van Dusen, Barry Steven, Robert Lederman, George Leonard, George Brown, Michael Murphy, Richard Price, Julian Silverman, Alexander Lowen y Joen Fagan, para nombrar unos pocos(4).

El 20 de mayo de 1970, Charles Kelly, Director del Radix Institute de Santa Mónica, California explicó en la Universidad de Illinois cual era el curriculum central de esta Nueva Educación:

La Nueva Educación puede ser dividida en 5 categorías genera-les:

1. Educación de los sentimientos
2. Educación de la voluntad y sus metas
3. Conocimiento del cuerpo
4. Educación de la percepción
5. Conocimiento de los grupos de encuentro


“La educación de los sentimientos persigue abrir y liberar las emociones del estudiante, ayudándolo a ser más capaz de expresar sus sentimientos propios y a ser más sensitivo con los sentimientos de otro”.

“La educación de la voluntad y sus metas usa el proceso grupal para ayudar a sus miembros a entenderse a sí mismo, clarificar sus valores y objetivos, y aprender a vivir en concordancia con ellos”.

El conocimiento del cuerpo es esencial puesto que cambios radicales no pueden ser esperados sin reconstruir los hábitos posturales y la musculatura. La indi-gestión, la incapacidad respiratoria, las dolencias en pies y dedos, la impotencia sexual, la rigidez postural y las tensiones y dolores musculares crónicos van juntos con los desórdenes emocionales”.

“La educación de la percepción pone el acento en los sentidos y su de-sarrollo (no sólo los 5). A través de los sentidos el estudiante comienza a darse cuenta del “aquí y ahora” de su existencia”.

“El conocimiento de los grupos de encuentro y su aplicación permite enseñar sin transmitir la información desde la “autoridad” hacia el estudiante. Cada miembro del grupo de encuentro explora los tópicos e intereses que conciernen al mismo grupo. Cada miembro puede jugar y poseer un activo rol”(5).


Los grupos de encuentro y la cultura que suponen (la llamada cultura de los encuentros) son el producto de la inspiración e inteligencia de William Zchutz, un hombre que ya pasa de los cuarenta, es dueño de un musculoso y proporcionado cuer-po y luce, cual serie de T.V. una llamativa pelada total. Pero ese asunto de Schutz y los grupos de encuentro lo dejaremos para otra oportunidad. Por ahora cuando usted al pasear por las calles principales de su ciudad vea venir un adolescente multicolor, de bamboleo musical y que sutilmente va musitando: “Que macoña más jubilosa, hom-bre”. Pues recuerde las palabras de Cristo acerca de: “Que el que está libre de mancha que arroje la primera piedra”, y medite eso de Leonard. ¿Es usted o no uno de esos que regaló a los niños NED, neurosis, enfermedad y descontento?

Y, mientras usted se viste de color naranja, prende una vela y comienza su meditación oriental, yo me despido mientras imagino a Ruy, americano hijo de cubanos, a Rosalina, mexicana, a Roberto, brasileño y, yo, su modesto servidor, juntos, más conocidos como la “colonia española” de Esalen, los que durante 1977 le pusimos ritmo y bailongo al Día de Gracias en Big sur, California.

!Anda!, !dale!, !malo!, !hombre!, !padrísimo!, !qué te va a pegar tu mamita!, !para que sufras!, !oye!, !tu!.


“Dear friend, dear friend”
Let, me say how I feel
You’ve given me your riches
I loves you so”.

“Dear friend, dear friend
Let me say how I feel...”.



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1/ Véase el Esalen Catalog del Esalen Institute. California, USA.
2/ Véase George Leonard. “Education in the year 2000”. Esalen Institute, 1967
3/ Véase Fritz Perls. “Dentro y Fuera del tarro de la basura”. Santiago, 4 Vientos, 1975.
4/ Véase J. Stevens. “Gestalt is”. N. York. Bantam, 1977. Editado en español por 4 Vientos bajo el título “Esto es Gestalt”.
5/ Véase Ch. Kelley. “The New Education”. Interscience Research Institute, 1972.

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